Es indudable que las cosas en estos últimos años se han ido
poniendo cada vez más difíciles, en todo y para todos. Y también, a
pesar de que mucha gente crea lo contrario, para esta profesión, la de
Abogado. La crisis económica tal vez deje a salvo unos cuantos
despachos; los grandes, los colectivos que todos conocemos. Los demás
hemos de afrontar nuestro trabajo con mayor esfuerzo cada día que hace
unos años.
Pero nuestra profesión no está difícil sólo por la crisis económica.
No, ésta no es la única razón, aunque para muchos sí la excusa. Ésto lo
sabemos los que llevamos más de 30 años de profesión y nos dedicamos al
Turno de Oficio y que sufrimos la falta de medios y de recursos en
primera fila y todos los días. .
La crisis no es uno de nuestros peores problemas.
Hay otra crisis, y quizás tan importante como la económica: La de los
Juzgados y Tribunales; la que está minando los valores de los que nos
dedicamos a la Justicia y que está provocando su mercantilización. En
los Juzgados y Tribunales se está olvidando que tratamos con personas,
con problemas de personas y situaciones vitales de esas personas, y no
con materias o productos en los que haya que conseguir una ratio de
producción determinada: Resolver muchos casos y dictar muchas sentencias
para conseguir unos objetivos marcados.
Se está olvidando que hay que dar respuesta a problemáticas
personales y que estas respuestas, resoluciones, pueden influir de forma
grave en la vida de esas personas que acuden para ello al Tribunal. .
Me estoy refiriendo a esa otra clase de crisis: a la de la falta de
valores, de los principios que siempre han informado, a la de la falta
de vocación, a la del todo vale, a la de la improvisación, a la del
“cubrir el expediente, a la del trabajo hecho” sí, pero de cualquier forma que actualmente se lleva a cabo en los Juzgados.
Por el contrario, en el Turno de Oficio nunca se han tenido medios
suficientes y se ha carecido de muchos recursos que se han venido
supliendo con el entusiasmo por su trabajo, vocación y ganas de los que
nos dedicamos a ello, y trabajamos casi , digo casi, y si no consúltense
los módulos de retribución de los abogados ,
“por amor al arte”.
A las dificultades propias e inherentes a la profesión de Abogado,
hay que añadir las que surgen en los que nos dedicamos al Turno de
oficio. Que recuerdo: es absolutamente voluntario y por ende vocacional.
Es decir que los que estamos es porque queremos. En estos casos, como
decía, para los Abogados que estamos inscritos en el Turno de Oficio a
esas dificultades hay que sumarle la falta de medios y recursos y la
escasa retribución.
Pero es que además y dadas las características de los casos que
acuden al despacho con beneficio de justicia gratuita, nuestro trabajo
requiere no solo formación y experiencia, si no una implicación,
inevitable, de carácter personal. En estos momentos y frente a la
problemática de la mayoría de los casos del turno de oficio que vienen
provocados por la crisis económica, ante los desahucios de familias
enteras, ante la pérdida de viviendas que se adjudican los Bancos, ante
la existencia de numerosas familias que literalmente se quedan en la
calle, el Abogado hace un trabajo que va mas allá del meramente
profesional y judicial. Las características de estos asuntos requieren
una implicación personal, que es inevitable y una preocupación por el
tema que va mas allá de la actuación de defensa procesal. Requieren en
la actualidad un esfuerzo adicional.
Es muy difícil creo para muchos de nosotros, que nos dedicamos al
Turno de Oficio, o al menos para mí, a pesar de llevar ya treinta años
de profesion, inhibirme ante tanta desgracia personal y desesperanza. Y
además de estudiar el tema y la normativa aplicable, preparar la defensa
y la actuación procesal, te esfuerzas en buscar medidas de mediación,
recursos que palien la grave situación de los que pasan por esa clase de
problemas. Buscas alternativas, apoyos extrajudiciales, negocias,
medias, escuchas, y consuelas.
Pues bien y a lo que iba, en todos mis años de profesión y hasta hace
unos cinco o seis años siempre me he encontrado y tengo que decirlo,
con el apoyo de compañeros, pero también de los que están por encima de
nosotros en esa difícil tarea para todos de aplicar la ley: Los jueces.
Quienes a pesar de tener una ley que aplicar siempre han colaborado,
atendido y tendido una mano a los profesionales para intentar dulcificar
o atemperar el rigor de una Ley que en muchos casos, y dado que no hay
otra, puede resultar injusta.
Pero ahora, lamentablemente y creo que transmito el sentir de muchos
de mis compañeros del Turno de Oficio este apoyo y colaboración de los
Tribunales, desde los oficiales, Secretario Judicial y Magistrado, y por
las razones que ya he comentado, se ha ido diluyendo hasta el extremo
de que lo que era una colaboración, por un fin común que nos unía: el de
la aplicación de la justicia con equidad y proporcionalidad al caso en
concreto, se ha convertido en un casi enfrentamiento. Dicho en términos
vulgares, esa mano que se te extendía, y que en muchas ocasiones te
ayudaba, te orientaba, y que colaboraba en todo lo posible por un fin
que nos era común: la impartición de justicia, tienes ahora la sensación
que esa misma mano la tienes alrededor del cuello… y te aprieta….. .
No se nos facilita una función que pienso que es eminentemente
social, y eminentemente vocacional, de la que la Judicatura es
conscientes nos ocupamos con una total falta de recursos, en la que
estamos desbordados, pues los casos de asistencia jurídica gratuita han
aumentado en estos últimos años representando alrededor del 70% de los
que se llevan en nuestros despachos. Es mas yo diría que hay hasta un
cierto … no diría desprecio, pero si desconsideración, como si fueras un
Abogado de segunda clase.
Y se me ocurren algunos ejemplos de esa falta de colaboración a pesar de que teóricamente tenemos un objetivo común:
En muchos casos y ante la dificultad de un tema, solicitabas hablar
con su Señoría, y ésta, a veces incluso sin necesidad de que lo
solicitaras, se avanzaba a ello consciente de la dificultad pues se
habia leído el Expediente, y te llamaba a su despacho y te concedía una
audiencia en la que de forma conjunta se estudiaba la mejor manera o te
orientaba sobre la mejor forma de conseguir esa tutela judicial concreta
para tu defendido.
Hoy su Señoría no concede audiencias a los Letrados. Y la Oficial de turno te da la siguiente explicación:
“Que este Tribunal no es una consultorio” Pero bueno… donde quedo aquello de que la justicia estaba al alcance de todos? ¿Y el Juez al servicio del justiciable?
Hoy los Abogados no podemos estar enfermos, y no sirve un
justificante de haber acudido a urgencias, con una enfermedad, que en
muchos casos, aunque solo fuera por razones humanitarias, seria de por
si un justificante.
Hoy, los Abogados tenemos que estar dotados del don de la ubicuidad.
Me explico: Ante la coincidencia de señalamientos en el mismo día, y en
sedes de Juzgados distintos, que obviamente te impide acudir a todos
ellos; no vale con que justificues con el correspondiente escrito y
documentación, si no que además y para “facilitarte” las cosas te
exigen acredites eres la Letrada titular del procedimiento para lo cual
has de tramitar un Certificado expedido por el Secretario judicial del
Juzgado donde se ha producido la coincidencia que certifique que
efectivamente eres la Letrada que lleva el asunto.
Cuando YA consta en Autos tu designa por el turno de Oficio, porque
la has aportado y porque la Comision la ha remitido directamente al
Juzgado.
¿Ésto es agilizar la justicia en beneficio del justiciable? ¿Ésto es
eficacia y agilidad procesal? ¿Ésto es verdaderamente esencial para la
justicia y buen funcionamiento de los tribunales? ¿Ésto va a mejorar ese
funcionamiento? ¿Es RAZONABLE todo ésto con la que está cayendo, con la
saturación de casos y asuntos que se llevan en los Juzgados? No va ésto
en detrimento de lo verdaderamente importante?. Ésto es simplemente y
en términos vulgares ponerle palos a las ruedas.
Pero es que además, una vez acreditado todo ello, el Juez no suspende
por cuanto se trata de unas Medidas Provisionales, que justifican su
carácter de urgentes, y te lo fundamenta en base a la existencia de un
protocolo de actuación de los Colegios de Abogados de Catalunya.
¿Y la Ley de Enjuiciamiento Civi?l ¿para que sirve? ¿Donde se queda?
Y te encuentras con que se te está exigiendo casi para poder hacer tu
trabajo, que no es en tu propio interés, si no en el del justiciable,
“el don de la ubicuidad“
Y éste ni se estudia en la Facultad ni te lo concede el Titulo… aunque a la vista de cómo están las cosas….todo se andara….
Y de esta forma resulta que tienes que estar en Gava a las 9’30h de
la mañana y matarte casi literalmente, como si fueras Alonso pero sin
Ferrari, por la autovía para estar en la Ciudad de la Justicia a las
10’30h. Y todo ello suponiendo que su Señoria llegue puntual al Juzgado y
se empiece la vista sin retrasos.
No obstante a su Señoria si hay que disculparle por ejemplo que no
comparezca en un juicio en Igualada por que está nevando, cuando tu has
tenido que desplazarte como has podido desde Barcelona, con tres horas
de antelación para llegar a tiempo, pues nadie te ha avisado que su
Señoria como nieva se vé impedida de asistir y se suspende la vista. Y
como ya he dicho antes, en muchos casos ni tan siquiera por estar
enferma puedes excusar tu asistencia sin justificarla con una Baja
Oficial.
A estas “menudencias” hay que añadirle la falta de competencia, la
suma de errores por falta de interés, de buen hacer, como por ejemplo
tomar una demanda que se presenta como subsanación de otra, por una
nueva, por un caso nuevo y asignarle un numero de Autos, y abrirte otro
procedimiento. Y todo eso por no leer.
En los anteriores ejemplos no hay ninguno que tenga que ver con la propia saturación de los Juzgados. O al menos eso creo yo.
Todos los ejemplos que me he permitido transcribir, son a modo de
eso, de ejemplo, pues existen otros muchos, desde mi punto de vista
tienen mas que ver con eso … con la apatía, la falta de ganas, la falta
de vocación, con el “cubrir el expediente como sea “ y en muchos casos
ni tan siquiera eso. Esta actitud es muy grave e incompatible con lo
que se nos exige en el ámbito en el que nos movemos. El de la Justicia.
Un ámbito al que nos dedicamos cuyo acceso está consagrado en nuestra
Constitucion como un derecho fundamental.
Y además esa apatía no puede tener, tratándose de materia tan
sensible, justificación en la crisis, ni en la falta de medios …Y en ese
sentido desde aquí alabo, admiro y rindo homenaje a la labor de los
muchos abogados que nos dedicamos al turno de oficio, y seguimos
haciéndolo de la mejor manera que sabemos a pesar de la falta de medios,
de recursos, de retribución económica, pues es notoriamente publico que
nuestras retribuciones son escasas, y ahora en la actualidad ni tan
siquera existen, pues la Justicia nos debe nuestros honorarios desde
Diciembre. Y aún así seguimos haciendo nuestro trabajo, no nos hemos
permitido ni un solo dia de huelga, porque por encima de todo eso está
nuestra labor, fundamental, que es la defender los derechos de nuestros
clientes.Y en especial de aquellos que no tienen medios económicos para
acceder a la Justicia.
Mi desencanto no viene por mi profesión, que me apasiona, de la que
me siento orgullosa y no cambiaria por ninguna otra, y que me hace
sentir privilegiada por todo ello, no, mi desencanto, y sin pretender
generalizar, hay excepciones, viene por todo lo comentado, por la falta
de ética, de profesionalidad y en una palabra de responsabilidad que son
imprescindibles en el mundo de la Justicia y a la que cada dia te
enfrentas y con la que cada día tienes que luchar.
Autora: Rosalía Pensado (Abogada)